Esta historia retrata a los niños más pequeños que algunas veces comen insectos. Fué compuesta como una canción por Verónica Faría, quien al cantarla en conciertos provocaba risas y aplausos entre niños y adultos. Se decidió convertirla en un libro álbum que diera vida a sus personajes al estilo de muñecos de trapo. En la última página tiene impreso un código QR que lleva a la canción en Youtube. Las ilustraciones de Rosana Faría y Carla Tabora en tonos vivos y complementarios crean una atmósfera de humor y fantasía en donde lo que parecía un problema se convierte en un rasgo de identidad cultural. 
    
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